Renunciar, rehuir, declinar, huir, ceder, claudicar, doblegarse, flaquear, sucumbir, entre otras, son un conjunto de palabras que asocian en común denominador a un grupo de personas que por razones (excusas) de todo tipo, y de todo calibre, escogen asociarse bajo el membrete diferenciado pero unificado de PERDEDORES.

Señalando esta vez como ejemplo para este post antipático, a la gran mayoría de los creyentes cristianos (exactamente…cristianos mediocres), que por motivos diferentes al de maltrato físico o al de maltrato psicológico (infidelidad), decidieron, terminar abruptamente su unión matrimonial.

A pesar de que el cristianismo es perfecto, o una muy buena doctrina, la gran masa de participantes, ignorantes o mediocres en la fe, la convierten en otra religión mas, tanto así, que Ghandy al estudiarla, sorprendió al mundo al decir:

“Si tuviera que cambiarme de religión, definitivamente seria por la de cristiano, pero no creo hacerlo jamás, solamente por los cristianos”

¿Qué debería hacer el esposo/esposa que ha sido maltratado o que sufre de infidelidad por parte de su conyugue?

“También se dijo: El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio.
Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de infidelidad, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.”

Mateo 5; 31-32.

El pastor de Hermas, por el año 340 DC expresa la visión con la que de allí en adelante, los teólogos cristianos explicaría mejor aquel fragmento del evangelio de mateo (expuesto arriba de este parrafo, en el que Jesús textualmente y abiertamente expresa al pueblo judío, cual es la consideración de Dios sobre la separación de los esposos.

Pues bien, el marido o mujer que no advierte, conoce o sabe que su conyugue le es infiel, no comete pecado al desconocer la situación real que le aqueja, pero si descubre tal circunstancia, y su pareja no se arrepiente, deberá separase y entregarle un certificado de divorcio. Con esta ultima acción, el esposo/ esposa traicionado, se libra del adulterio, pero no se podrá casar de nuevo, sino hasta que su pareja haya disuelto su unión espiritual al morir (Lo que Dios unió, no lo separa el hombre).

¿Justo, o injusto?, pues ninguna de las dos, por que ni Dios, ni la Iglesia, exigen u obligan absolutamente a nadie, a que se contraigan nupcias eclesiásticas, este es un acto voluntario, libre y de profundo respeto, en el que solo un amor probo, honesto, desinteresado e incondicional, es la garantía que se necesita para perdurar ante las duras pruebas a las que generalmente son sometidos los esposos, por eso replico, y con solvencia puedo asegurar, que el matrimonio es solo para los valientes, para los ganadores, y no para los mediocres.