Descuido mortal, herida de suerte, prisión de piel que lo liberó por desespero, por represión a su destino.

Ventisca de la aurora, cómplice confesa, marioneta del esencio, condujo le,  entre el alba y el silencio.

Lagrimas de hiel, mutismo de Dios,  esencia del alma que entregó como hermanas a la justicia y a la muerte.

Origen de todo placer, vertiente de libido, sonata de gemidos perdidos en el plano abdominal, candor ascendente, húmedo respiro.

Vive en expresiones de ternura, muere en el aliento dispuesto por siempre, nace repetidamente del deseo complaciente en cada labio prevenido por juntarse a otros.

Dos en uno, él y ella,  historia sin fin de momentos egoístas, que cambian el sentido mortal del amor, por un  poder de fuego místico que somete al presente en un eterno sueño, en uno de los pocos lugares, en donde la vida cobra sentido, un sitio en el que todo se puede, todo se cumple.     

 El rincón de aquella fabrica, el auto plateado, el tema de aquella canción, todos fueron el momento, una hermosa eternidad que duro algo más de diez minutos, ahora responde a 12 años de matrimonio y a 8 años de esmerados cuidados, que exige sin reproches por nosotros, sin usar nombres o apellidos, es el verdadero fruto de un amor, que usa como pseudónimo universal dos hermosas palabras, Papá y Mamá.

 Te amaría por siempre, pero si te parece demasiado tiempo, te amare entonces, hasta el mismo dia, que tu decidas amarme.

Tu esposo